Sunday, July 29, 2007

"Introducción" (en: Víctor Lenarduzzi, Revista "Comunicación y Cultura", itinerarios, ideas y pasiones, EUdeBA, 1998)

PUNTOS DE PARTIDA


En ALGUNA Medida, este escrito pretende dar cuenta de una distancia. Se refiere a una trayectoria que se inició en los años setenta pero, sin embargo, esos años parecen situados mucho más lejos que hace algo más de dos décadas, cuestión que refiere tam­bién a las transformaciones que se han vivido. el trabajo se propuso reconstruir y anali­zar los aportes y problemas planteados por la revista Comunicación y cultura (1973-1985) dentro del campo de estudios en comunicación, enfatizando las concepciones en torno a las industrias culturales, las culturas populares y las políticas. En el período que abarcó la edición de la revista, además de las interrupciones motivadas por el acontecer político chileno y argentino (más adelante se hace referencia a ello), pueden reconocerse problemáticas que atraviesan los catorce números pero que sufrieron revisiones y reela­boraciones, temáticas particulares situadas en momentos específicos y, por último, repo­sicionamientos de orden teórico (en un sentido más estricto). Y nos hemos referido a una distancia en la que deben notarse por lo menos tres aspectos de gran importancia: transformaciones en las industrias culturales, fuertes cambios políticos y económicos y, en lo que hace al mundo intelectual, cierta retirada de la crítica (Patricia Terrero, 196). De ahí que, si bien nuestra búsqueda se centró en algunos conceptos claves, es perti­nente plantear –con Williams– que los mismos “dejan repentinamente de ser conceptos para convertirse en problemas”, pero “no problemas analíticos, sino movimientos histó­ricos que todavía no has sido resueltos” (1980:21) Quizá por eso algunas nociones son abandonadas y retornan bajo otros ropajes, ya que en última instancia reactualizan de­bates de una trayectoria relativamente extensa.

Es importante introducir algunos datos históricos. Comunicación y cultura se editó por primera vez en Chile en 1973 al calor de la experiencia del gobierno de la Unidad Popular (1970-1973). Salvador Allende había ganado las elecciones chilenas en 1970 y sucedió a un gobierno de la Democracia Cristiana. Ese triunfo, entre otras cosas, había abierto la posibilidad –pero también el interrogante– de la transición al socialismo de modo consensuado y pacífico. A pesar de ciertos discursos predominantes en los secto­res de izquierda (más propensos a postular formas violentas para la transformación so­cial) la experiencia chilena fue tratada también como revolucionaria por la revista.

La publicación nucleaba escritos y reflexiones de distintos estudiosos latinoamerica­nos que intentaban problematizar los procesos de comunicaron. En la Editorial nº 1 (1973) se había expresado la intención de la revista del siguiente modo: “La función que se propone cumplir Comunicación y cultura es la de establecerse como órgano de vin­culación y expresión de las diversas experiencias que se están gestando en los países latinoamericanos, en el campo de la comunicación masiva”. Pero, además, la voluntad de análisis y vinculación se definía en un sentido preciso: no era cuestión “de asumir cualquier experiencia, sino las que favorecen a los procesos de liberación de nuestras sociedades dependientes. Esta norma de prioridad política será la línea de demarcación que trazará la revista para recoger sus temáticas, sus centros de interés, sus lectores y colaboradores” (CYC, nº 1, 1973:3).

Sin embargo, sólo el primer número salió en Santiago de Chile ya que, una vez insta­lada la dictadura, su nueva sede fue la ciudad de Buenos Aires, donde aparecieron los siguientes tres volúmenes. En la segunda entrega relataban: “Numerosos colaboradores debieron abandonar el territorio o se encuentran en situación tal que les resulta imposi­ble continuar con sus actividad regular; los trabajos que debían aparecer en este número tuvieron que ser rescatados apresuradamente de la imprenta, las comunicaciones entre los redactores quedaron largo tiempo dañadas” (CYC nº 2, 1974:1). Una redición del primer número realizada en Chile fue destruida por las autoridades dictatoriales y debió reimprimirse en Argentina.

Un clima de época difícil y la dictadura establecida en Argentina hacia 1976 motiva­ron un nuevo traslado de a revista,[1] en esa oportunidad a México donde apareció desde 1978 hasta 1985 (nº 5 nº 14) aunque con algunas discontinuidades. Héctor Schmucler, uno de sus directores, recuerda la experiencia en el cuadro descripto: “Yo siempre digo que esta revista está marcada por los golpes de Estado. Cuando la volvimos a sacar en México pasaron varios años, yo me fui en el ’76. Volvimos a sacar la revista, en un co­mienzo vinculada a la Galerna exiliada porque era la misma, pero allá le pusieron Nueva Imagen. En realidad, cuando más se latinoamericanizó fue a partir de México, ahí tuvo una presencia latinoamericana. Por diversas razones, sospecho… Una porque México era y sigue siendo –era sobre todo–un centro de irradiación muy grande sobre toda América Latina. Pero además coincidió con el gran movimiento de estudios de comuni­cación de América Latina, sobre todo vinculado al Nuevo Orden Informativo. Ese gran movimiento que fue potenciado o motorizado por estructuras internacionales, el movi­miento del Tercer Mundo, la Unesco, etc.”[2]

Armand Mattelart (belga, residente en Chile), Héctor Schmucler (argentino) y Hugo Assman (brasileño) fueron sus directores, continuando luego los dos primeros. Heri­berto Murazo, Fernando Reyes Matta, Margarita Graciano, Ana María Nethol, Rafael Roncagliolo, Michéle Mattelart, Margarita Zires y Mabel Piccini fueron algunos de sus primeros autores que publicaron en la revista. Más tarde aportaron sus artículos Niolás Casullo, Jesús Martín Barbero, Jorge González, Sergio Caletti, Raimundo Mier y Bea­triz Solís. Reflexionaron sobre problemas de la comunicación indistintos países pero también sobre América Latina en conjunto. Algunos trabajos se dirigían al análisis, crí­tica y formulación de estrategias referidas a las experiencias que se habían gestado en el subcontinente. Otros tendían a la denuncia y la desmitificación, aunque también se de­tuvieron en la reflexión teórica.

Si bien los estudios en comunicación en América Latina cuentan con una trayectoria relativamente amplia, su historia tiene algunos vacíos. Sin ahondar en matrices dema­siado largas podría hablarse de aproximadamente unos treinta o cuarenta años. Aunque existen algunos textos dirigidos a reconstruir ese itinerario del campo comunicacional, no sería desacertado postular que su alcance no es suficiente y, especialmente, que ape­nas se han dirigido a temas acotados analizados en profundidad. En cierta medida, existe una desproporción entre la cantidad e producciones dedicadas a problemas de comunicación (que cada vez incluyen más temáticas) y aquellos que se dedican a eva­luar la historia del campo y sus variaciones teóricas, la vigencia o abandono de ciertos tópicos. Lo que parece predominar son las miradas generales sobre grandes períodos, desconociendo muchas veces la heterogeneidad de enfoques teóricos en un mismo mo­mento. Por otro lado, los textos que alcanzan un mayor nivel de exhaustividad descrip­tiva parecen perder de vista la necesidad de evaluar las trayectorias y aportes concep­tuales de las investigaciones levadas a cabo. sea por el abuso descriptivo o la hipergene­ralización, lo que ha ocurrido –en definitiva– es la sedimentación de ciertos lugares co­munes en relación con los estudios en comunicación que se reiteran sin demasiadas du­das.

Considerando lo dicho, se podían reconocer varios fundamentos que tornaban perti­nente el abordaje de la revista. En primer lugar, fue una de las publicaciones pioneras en el intento de formular un conjunto de temas y un marco conceptual crítico para com­prender y estudiar la problemática de la comunicación. En segundo lugar, tuvo entre sus aportes antecedentes precursores de propuestas analíticas que recién más tarde se con­solidaron, como también aspectos y enfoques relevantes que fueron perdidos de vista. En tercer lugar, se trató de un espacio que –en determinados momentos– marcó hitos importantes dentro de los estudios comunicacionales, de ahí la necesidad de evaluar sus contribuciones. Finalmente, el tiempo transcurrido (la revista apareció por última vez en 1985) permite situarse en una relativa distancia para reconstruir algunos itinerarios sig­nificativos.

Otro dato importante es que la revista no podía situarse con exactitud en el marco de periodizaciones establecidas y aceptadas, a veces sin demasiados criterios explícitos. Nos referimos a la distinción que se estila utilizar entre los ’70 y los ’80. No sólo resulta significativo que el período de la publicación implique parte de las dos décadas. Pro­blemas y temas generalmente ubicados en la segunda aparecían en la primera –aunque no siempre de modo elaborado–. Tradiciones teóricas, que supuestamente inspiraban un momento particular, parecían no estar muy presentes como generalmente se la soste­nido. La misma interrupción de la publicación de la revista (en 1985) puede constituir un dato importante, más allá de la historia particular de los sujetos implicados en la ini­ciativa.

Aquí conviene detenerse a formular algunas preguntas y esbozar algún lugar para re­construir el recorrido trazado por la revista. (EUDEBA, 1998, pp. 13 a 18 y ss.)



[1] En Argentina, el ansiado retorno de Juan Domingo Perón del exilio había estimulado ya desde los ’60 en distintos ámbitos de intelectuales y militantes la idea de un posible “giro a la izquierda del peronismo”. También se habían gestado experiencias ligadas a la lucha armada (Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Ejército Revolucionario del Pueblo, etc.) En la argentina de los ’70 y a propósito de los intelectuales, es importante detenerse en la experiencia vivida en la Universidades. Durante la gestión de Taiana en el Ministerio de Educación (1973-1974) en el mundo universitario (atravesado fuertemente por el debate político) se habían intentado una serie de medidas que alentaron a diversos sectores, entre ellos la sanción de la ley 20.564 (1974) que postulaba la vinculación de la Universidad con los problemas nacionales, la articulación con la comunidad, el establecimiento de mecanismos electivos, etc. Esta fue una ley debatida por diversas tendencias políticas (A. Pérez Lindo, 1985:164-16). Tras la muerte de Perón el Ministerio quedó a cargo de Ivanissevich (alineado con él, el peronismo de derecha e incluso fascistas declarados), quien encaró una tarea de “limpieza ideológica” de las unidades académicas. Gran cantidad de intelectuales fueron expulsados de la universidades, entre ellos integrantes y colaboradores de Comunicación y cultura. El ansiado “giro” iba en sentido contrario al esperado y hacia 1976 los militares argentinos tomaron el poder.

[2] Entrevista realizada por V.L. a Héctor Schmucler.


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